Serie · Refugios
Refuges
La mirada va y a veces se detiene. ¿Qué tienen en común esos rincones en donde queda suspendida?
Refugios son composiciones del espacio compuestas por el tiempo y la luz. Abstracciones naturales que se nutren de la cámara y, entre urbes, dan forma a un conjunto sin objeto central. La esencia yace en todas partes y es el ojo quien la evoca. 
Esta serie fotográfica surge en y desde el espacio, a partir de la geometría pictórica suspendida en la naturaleza de la realidad y la presencia de aquello que se esconde, incluso entre tanto ruido. Lo abstracto equilibra esta realidad imaginaria: aquella que orienta la mirada y realza lo que está oculto. 
Se conjugan así distancias, zonas vacías o planas que funcionan como soporte de otras, y elementos que se alzan en la plenitud del encuadre dentro de sus propios límites, para convertir al espacio en momento de contemplación. Sujeto, artista y espectador se ven contenidos conjuntamente en lo estético.
El instante retratado tiene la quietud de la armonía y de la soledad. Cualidades que en la ciudad son a veces lejanas. Las imágenes de este serie muestran momentos en los que espacio, tiempo y sujeto se acompañan (entre la soledad y el olvido) a través de su mímesis: la perspectiva de un papel en blanco.
Surgen así profundidades mínimas y colores vivaces, que dan paso a una composición pasajera escondida entre lo incierto de ciertos rincones: subyace entonces el momento retratado, que no solo es forma porque es paisaje, y sobre todo, es tiempo.
Refugios convierte al espacio en un imposible ambiguo, que no representa nada, pero al mismo tiempo lo es todo porque muestra y esconde. Nos invita así hacia un imaginario en el cual el silencio enaltece al espacio a través de la luz, las sombras, y la libertad expresiva que ordena los objetos y a sus formas en escenas, descubiertas entre sí hacia una contemplación en equilibrio.
A veces, cuando las sombras,
se convierten los espacios
en meros rincones.


Y el instante es dado,
porque cada objeto muestra su forma.
Ese consuelo demanda al arte.

Pueden entonces ciertos sitios
pertenecernos,
aunque nosotros también
seamos parte de ellos.
Las contemplaciones,
¿son entonces propias?

Ante el miedo, el instinto, el resguardo.
Las amenazas son a veces oscuras,
otras, solo en el aire.

El instante estético se convierte
en espacio de contención y protege.
Ante aquello que se esconde,
pero acecha.

La mirada puede rescatar,
admirar la huida.
Componer para descansar
en horizontes retratados.

Y convertir
el espacio que somos,
en refugio.
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